jueves, 12 de diciembre de 2013

Bertolt Brecht y el teatro Épico


Comenzó en Múnich sus estudios de Literatura y Filosofía en 1917, a los que añadiría posteriormente los de Medicina. Durante la I Primera Guerra Mundial comenzó a escribir y publicar sus obras. Desde 1920 frecuentó el mundo artístico de Múnich y trabajó como dramaturgo y director de escena. En este entorno conoció a F. Wedekind, K. Valentin y L. Feuchtwanger, con quienes mantuvo siempre un estrecho contacto. En 1924 se trasladó a Berlín, donde trabajó como dramaturgo a las órdenes de Max Reinhardt en el Deutsches Theater; posteriormente colaboró también en obras de carácter colectivo junto con Elisabeth Hauptmann, Erwin Piscator, Kurt Weill, Hans Eisler y Slatan Dudow, y trabó relaciones con el pintor Georg Grosz.

En 1926 comenzó su dedicación intensiva al marxismo y estableció un estrecho contacto con Karl Korsch y Walter Benjamin. Su Dreigroschenoper (Opera de cuatro cuartos, 1928) obtuvo en 1928 el mayor éxito conocido en la República de Weimar. En ese año 1928 se casó con la actriz Helene Weigel.

Será en 1930 cuando comience a tener más que contactos con el Partido Comunista Alemán. El 28 de febrero de 1933, un día después de la quema del Parlamento alemán, Brecht comenzó su camino hacia el exilio en Svendborg (Dinamarca). Tras una breve temporada en Austria, Suiza y Francia, marchó a Dinamarca, donde se estableció con su mujer y dos colaboradoras, Margarethe Steffin y Ruth Berlau. En 1935 viajó a Moscú, Nueva York y París, donde intervino en el Congreso de Escritores Antifascistas, suscitando una fuerte polémica.

En 1939, temiendo la ocupación alemana, se marchó a Suecia; en 1940, a Finlandia, país del que tuvo que escapar ante la llegada de los nazis; y en 1941, a través de la Unión Soviética (vía Vladivostok), a Santa Monica, en los Estados Unidos, donde permaneció aislado seis años, viviendo de guiones para Hollywood. En 1947 se llevó a la pantalla GalileoGalilei, con muy poco éxito. A raíz del estreno de esta película, el Comité de Actividades Antinorteamericanas le consideró elemento sospechoso y tuvo que marchar a Berlín Este (1948), donde organizó primero el Deutsches Theater y, posteriormente, el Theater am Schiffbauerdamm. Antes había pasado por Suiza, donde colaboró con M. Frisch y G. Weisenborn.

Brecht es sin duda uno de los dramaturgos más destacados del siglo XX, además de uno de los líricos más prestigiosos. Aparte de estas dos facetas, cabe destacar también su prosa breve de carácter didáctico y dialéctico. La base de toda su producción es, ya desde los tiempos de Múnich, una posición antiburguesa, una crítica a las formas de vida, la ideología y la concepción artística de la burguesía, poniendo de relieve al mismo tiempo la necesidad humana de felicidad como base para la vida.

viernes, 6 de diciembre de 2013

El actor santo de Grotowski



Luego de cursar estudios teatrales en Cracovia y Moscú, Grotowski comenzó su carrera de director y teórico teatral al fundar en la ciudad de Opole su propia compañía (el Teatro de las 13 filas), que dirigió entre 1959 y 1964. En 1965 se trasladó a Wroclaw, donde fundó su reconocido Teatro Laboratorio.

Tanto en Opole como en Wroclaw, Grotowski creó un laboratorio de investigación actoral, asesorado por sicólogos, fonólogos, antropólogos. Indagó los orígenes de la teatralidad en las fuentes del hombre, experimentó con rigor la relación actor-espectador; replanteó desde el punto de vista del público las convenciones del espacio escénico. Asimismo, cuestionó sin cesar la dialéctica texto-puesta en escena, la finalidad del teatro, la ética de la vida artística y, sobre todo, el entrenamiento y la técnica del actor.

Entre las estancias de Grotowski a otros países se encuentra México, que visitó en dos ocasiones: en 1968 para presentar su mundialmente célebre adaptación libre de El príncipe constante, de Pedro Calderón de la Barca, y en 1980 para, entre otras cuestiones, acercarse a la cultura indígena de la sierra nayarita.

Grotowski salió exiliado de Polonia en 1982, trabajó tres años en París, cesó de realizar puestas en escena, para luego instalarse definitivamente en Italia, donde dedicó los últimos años de su vida a investigar el arte del actor con el apoyo financiero del Centro para la Investigación y Experimentación Teatral de Pontedera, Italia, donde le ofrecieron dedicarse a la investigación pura, sin someterlo a la exigencia de generar resultados rápidos y tangibles.

Su legado como director y teórico teatral, sus propuestas y enseñanzas son las que hoy son interpretadas y dadas a conocer por terceras personas, o en el mejor de los casos por sus discípulos más cercanos.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Antonin Artaud


Con Roger Vitrac y Robert Aron, fundó el Teatro Alfred Jarry, que entre 1926 y 1930 realizó producciones experimentales como su obra Vientre quemado o la madre loca (1927); y participó, como actor cinematográfico, en las películas Napoleón (1927), de Abel Gance, y La pasión de Juana de Arco (1928), de Carl T. Dreyer.

En 1932 escribió Teatro de la crueldad, manifiesto publicado por la Nouvelle Revue Française en su número 229, donde afirmó las bases de lo que posteriormente será El teatro y su doble (1938), su principal obra crítica, y que junto a Ubu rey, de Jarry, representa la síntesis del drama vanguardista del siglo XX. En su teoría, le asigna al teatro la función de destruir los valores culturales artificiales, impuestos por siglos de dogmatismo racionalista, y propone volver al ritual primitivo para reflejar la verdadera realidad del alma humana y las condiciones en que vive: "el drama de crueldad".

En 1936 se embarcó a México, donde dio una serie de conferencias para luego convivir durante meses con los indios tarahumaras, de cuya experiencia data un conjunto de artículos y notas que dio origen a Viaje al país de los tarahumaras. Volvió a la patria y en 1937, ya con la salud muy quebrantada, hizo un viaje a Irlanda; su extremada pobreza le obligó a abandonar Dublín al poco tiempo. Durante el viaje de regreso sufrió un acceso de locura y, desembarcado en Le Havre, fue internado en el asilo de esta ciudad (1937).

De ahí arranca el penoso calvario del autor: sucesivamente trasladado a varios asilos, fue a parar por fin a Rodez (Aveyron), donde permaneció hasta 1946. Tras diez años de internamiento, lo encontramos de nuevo en París; allí pudo darse cuenta de que no era un desconocido. En efecto, en 1938 había visto la luz una colección de sus ensayos sobre teatro bajo el título de El teatro y su doble, obra cuyo éxito perduraba todavía. La aparición de sus Lettres de Rodez (1946) aumentó aún su prestigio.

Alentado por la viva simpatía de que es objeto, Artaud da a las prensas su gran libro Van Gogh, el suicidado por la sociedad (1947). A continuación vieron la luz diversos textos, en su mayoría publicados después de la muerte del autor: Artaud le Momo, Ci-Git, Vie et Mort de Satan le Feu y Para acabar de una vez con el juicio de Dios (1948). Poeta maldito en toda la acepción de la palabra, Antonin Artaud ganó en cierta manera la inmortalidad con su resistencia al mundo exterior. Visionario cuyos textos queman como el vitriolo, su humanidad está por encima de su obra; ésta hace pensar en los fragmentos de una tragedia perdida.

Alfred Jarry



Escritor francés, precursor del dadaísmo y el surrealismo y figura imprescindible en la evolución de las vanguardias del siglo XX, tanto en el teatro como en la narrativa experimental. Su drama Ubú rey (1896) obtuvo gran éxito y escandalizó por su tono mordaz y grotesco contra la cultura burguesa; en 1900 apareció Ubú encadenado. Entre sus obras, de fondo siempre anárquico, cabe mencionar también César Anticristo (1895), El supermacho (1902) y Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico (edición póstuma, 1911). Sus artículos fueron reunidos en La candela verde (1969).

Su obra más original es Ubú rey, pieza en cinco actos de carácter satírico y bufonesco que escribió cuando tenía quince años e inauguró la saga de este personaje. En principio estaba destinada al teatro de marionetas, y se representó por primera vez en diciembre de 1896. El personaje de Ubú es un arquetipo del cinismo, la grosería, la ineptitud hecha autoridad y el engreimiento ridículo; junto con su mujer, simboliza la ignorancia y la codicia de la burguesía. El nombre del autor quedaría relacionado para siempre con esta obra que se convertiría en una referencia clave para el surrealismo francés.

La primera representación de Ubú rey, que puede ser considerada como el estreno inaugural del teatro del absurdo, desató un fuerte escándalo y encendidas polémicas que llevaron inesperadamente al autor a la fama y le valieron el sobrenombre de "le père Ubu" (el padre Ubú). Famoso y al mismo tiempo criticado según los cánones de la moral de la época, siguió escribiendo otras obras con Ubú como protagonista: Pequeño almanaque de Ubú (1899), Ubú encadenado (1900) y Ubú en la colina (1901), entre otras.

Alfred Jarry también produjo poemas que pueden inscribirse en la corriente simbolista y la novela El supermacho (1902), acaso el antecedente más claro de la prosa surrealista. Pero, a pesar de su éxito, el escritor no aceptó una vida de próspera mediocridad y se dio a la bebida y a otros excesos de fuerte originalidad, como la ingesta de tinta china. Pronto se le terminó el dinero de la herencia paterna, que no era mucho, y, al cesar la publicación de la Revue Blanche, se quedó sin ingresos y se vio abocado a la miseria, el hambre y la enfermedad, que lo condujo a ser hospitalizado. En esa circunstancia describió en una carta una cierta lamentación por la vida no vivida, poco antes de su muerte en el hospital.


Póstumamente apareció Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico (1911), el libro capital de la "patafísica", disciplina de la que ya había anticipado características en diversas publicaciones, y que se convirtió en un culto de minorías tras su muerte. La patafísica, "ciencia de las soluciones imaginarias", se ocupa de las excepciones en lugar de establecer reglas. Paralipomènes d'Ubu (1921) o la novela La Dragonne (1943) figuran entre las muchas obras que fueron apareciendo después.